Magdalena Llamas con sus amigos Antón García Abril y su esposa Aurea, acompañados de José Miguel Martinez, productor, Emilio Martínez Lázaro, director de cine. Roque Baños, y otros grandes especialistas del cine en el Hotel Ritz de Madrid.
Magdalena Llamas junto a la queridísima Concha Velasco, quien tuvo unas emotivas palabras hacia el maestro García Abril.
"Me siento muy cercano al cine español", declaró Antón García Abril en la entrega de la Medalla de Oro
“Me habéis dado una noche que no olvidaré nunca. Me gusta el cine europeo y, sobre todo, el cine español, al que siento muy cercano”. Un Antón García Abril conmovido por los elogios, felicitaciones, aplausos y abrazos de su familia, amigos y colegas que recibió en la entrega de la Medalla de Oro de la Academia de Cine puso el broche de oro a una velada en la que el compositor aragonés se emocionó en varias ocasiones. Una celebración que el prolífico compositor para cine y televisión puntuó con un 11, y en la que la familia del cine le homenajeó por haber emocionado con sus trabajos en la industria audiovisual, sus cantatas, ballets, óperas y canciones, “y porque escribes la música que a ti te gusta escuchar”, destacó Antonio Resines, vicepresidente primero de la entidad que, junto a Judith Colell –vicepresidenta segunda–, fueron los maestros de la emotiva noche que se vivió en el Hotel Ritz.
Sonó la jaculatoria de ‘Milana, bonita’, el dabadabada de Sor Citroen, la brillante sintonía de El hombre y la tierra… y escuchó las palabras de Antonio Giménez-Rico, Máximo Pradera, de su hija Adriana García Abril y de Concha Velasco, que le entregó la Medalla diseñada por Chus Burés, y el veterano músico recogió el trofeo y se quedó sin palabras. “Es que me he quedado muy tocado con las cosas tan bonitas que me habéis dicho”, acertó a decir el maestro cuando volvió, a petición de los invitados, al escenario.
No fue para menos porque fueron muchas las alabanzas al compositor, músico, director, pedagogo, instrumentista, padre, amigo y defensor de la melodía. El cineasta Antonio Giménez-Rico subrayó su “talento, sabiduría y conocimientos musicales”, mientras que Máximo Pradera, un admirador de su obra “y de su carácter” consideró su “coraje artístico. Has hecho lo que querías hacer y no lo que el público o los productores querían ni lo que dictaba la moda”.
Su hija Adriana habló del impacto de su música y de su persona. “Nos has enseñado a hacer las cosas con pasión, con entrega, y nos has transmitido que lo más grande que te puede pasar es dedicarte a lo que a uno le mueve el alma”.
Y lo que le mueve el alma a Concha Velasco es que el homenajeado siempre ha sido “un defensor de la amistad. Lo más importante es tenerte como amigo”, apostilló la conocida actriz, que cantó a García Abril una estrofa de Matahari y le dedicó un poema de Mario Benedetti.
Con un entusiasmo contagioso, Antón García Abril besaba y abrazaba a todos los que asistieron a la fiesta en la que quedó claro la potente y apasionada relación que ha establecido el maestro entre la música y las imágenes. “Siempre he intentado que la música se convirtiera en imagen y la imagen en música, y en algunos casos lo he logrado”, sentenció.
“Me habéis dado una noche que no olvidaré nunca. Me gusta el cine europeo y, sobre todo, el cine español, al que siento muy cercano”. Un Antón García Abril conmovido por los elogios, felicitaciones, aplausos y abrazos de su familia, amigos y colegas que recibió en la entrega de la Medalla de Oro de la Academia de Cine puso el broche de oro a una velada en la que el compositor aragonés se emocionó en varias ocasiones. Una celebración que el prolífico compositor para cine y televisión puntuó con un 11, y en la que la familia del cine le homenajeó por haber emocionado con sus trabajos en la industria audiovisual, sus cantatas, ballets, óperas y canciones, “y porque escribes la música que a ti te gusta escuchar”, destacó Antonio Resines, vicepresidente primero de la entidad que, junto a Judith Colell –vicepresidenta segunda–, fueron los maestros de la emotiva noche que se vivió en el Hotel Ritz.
Sonó la jaculatoria de ‘Milana, bonita’, el dabadabada de Sor Citroen, la brillante sintonía de El hombre y la tierra… y escuchó las palabras de Antonio Giménez-Rico, Máximo Pradera, de su hija Adriana García Abril y de Concha Velasco, que le entregó la Medalla diseñada por Chus Burés, y el veterano músico recogió el trofeo y se quedó sin palabras. “Es que me he quedado muy tocado con las cosas tan bonitas que me habéis dicho”, acertó a decir el maestro cuando volvió, a petición de los invitados, al escenario.
No fue para menos porque fueron muchas las alabanzas al compositor, músico, director, pedagogo, instrumentista, padre, amigo y defensor de la melodía. El cineasta Antonio Giménez-Rico subrayó su “talento, sabiduría y conocimientos musicales”, mientras que Máximo Pradera, un admirador de su obra “y de su carácter” consideró su “coraje artístico. Has hecho lo que querías hacer y no lo que el público o los productores querían ni lo que dictaba la moda”.
Su hija Adriana habló del impacto de su música y de su persona. “Nos has enseñado a hacer las cosas con pasión, con entrega, y nos has transmitido que lo más grande que te puede pasar es dedicarte a lo que a uno le mueve el alma”.
Y lo que le mueve el alma a Concha Velasco es que el homenajeado siempre ha sido “un defensor de la amistad. Lo más importante es tenerte como amigo”, apostilló la conocida actriz, que cantó a García Abril una estrofa de Matahari y le dedicó un poema de Mario Benedetti.
Con un entusiasmo contagioso, Antón García Abril besaba y abrazaba a todos los que asistieron a la fiesta en la que quedó claro la potente y apasionada relación que ha establecido el maestro entre la música y las imágenes. “Siempre he intentado que la música se convirtiera en imagen y la imagen en música, y en algunos casos lo he logrado”, sentenció.